El concepto existe desde los años 70, cuando comenzaron a verse los estragos que el ser humano estaba causando en el planeta. Se acuñó el término “educación ambiental” después de la Declaración de Estocolmo (Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, 5 de junio) en 1972, donde, por primera vez, se introdujo en la agenda política internacional “la dimensión ambiental como condicionadora y limitadora del modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales”. A este tema se le dio mayor estructura en 1975 con la Carta de Belgrado (antigua Yugoslavia, hoy Serbia) y se ha incluido en los programas educativos de varias escuelas alrededor del mundo. Sin embargo, los humanos aún parecemos seguir muy lejos de lograr las metas que nos salvarían de la extinción.
Basta salir de casa un lunes por la mañana para ver el estado de los Bosques de Palermo, o recorrer las inmediaciones de la mezquita de Buenos Aires. Sí: pagamos impuestos; sí: hay un personal cuyo trabajo es, precisamente, recoger los desechos, pero… ¿no hablaría mejor de nosotros como ciudadanos el hecho de cuidar mejor nuestros espacios públicos?
(Mira de lo que hablo haciendo click aquí)
¿Por qué la ciudad tiene que lanzar, en pleno siglo XXI, cuando los problemas del planeta son mucho más apremiantes que hace veinte años, una campaña recordando que los tachos de basura EXISTEN y tienen un propósito?
Ni qué decir de las playas, que reciben los desechos de millones de turistas (y, además, de las industrias que vierten todos sus contaminantes al mar, pero ese tema no nos interesa en este momento). ¿Tan complicado es llevar una bolsa para botar la basura y luego llevarla hasta el lugar donde corresponde? ¿Dónde está la educación ambiental que muchos, seguramente, hemos recibido?
Afortunadamente, existen personas que sí entendieron el mensaje y están luchando incansablemente por propagar la consciencia y la educación ambiental a todas las regiones del país. La mejor noticia es que cada vez son más, y aún mejor es saber que los tendremos en nuestro programa de mañana, contándonos sobre todas sus iniciativas.
(Nuestros invitados de mañana tienen una labor titánica, que compartieron aquí)
¿Se trata en realidad de falta de educación, o de negligencia y rebeldía? Difícil saberlo sin un estudio sociológico, pero, mientras en otras latitudes están creando sustitutos biodegradables a nuestros plásticos de uso diario, de este lado algunos, bien grandecitos, siguen en el jardín de niños en cuanto al respeto al medio ambiente. Gracias a Dios, también cada vez son más los que se están organizando para darle al planeta el respiro que se merece a través de la educación ambiental.
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