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Ben Affleck: El actor incomprendido

Ben Affleck lo era todo en El indomable Will Hunting, pero tardé años en entenderle, años en darme cuenta de que es un gran hombre de cine, una persona aguda con una marcada sensibilidad para las imágenes y la narración, un actor que entiende muy bien los personajes pero también un hombre nada fácil, lleno de contradicciones. Tardó años, en parte por él y por el sistema de Hollywood que tritura, aplasta y amolda todo y a todos a modelos predefinidos, para que el público se encuentre siempre con algo predecible. Y al ver a un tío grande y guapo, lo más previsible es que sea un héroe de acción sexy.

En realidad estuvo en la televisión desde los nueve años, mil apariciones como invitado, incluso una en Buffy Cazavampiros y luego en las películas independientes de Linklater y Kevin Smith. La película que hay que ver de esta etapa es Life Is a Dream, en la que tiene un pequeño papel, pero era ese tipo de persona y de actor, el que en un momento dado escribe una pequeña película con un amigo (Will Hunting para ser exactos) y la búsqueda de un director consagrado Gus Van Sant hace el éxito (Oscar al mejor guión).

A partir de ahí todo cambió, se hizo famoso junto a su amigo Matt Damon (pero él era el verdadero guionista, lo entenderíamos años después). Inmediatamente se hizo interesante para los blockbusters, Michael Bay lo esculpió, lo cambió y lo ajustó a las necesidades de Hollywood, primero para Armageddon y luego para Pearl Harbor. Lo arregla literalmente: le arregla los dientes, lo manda al gimnasio, le cubre el cuerpo con aceite y lo filma como se filman los símbolos sexuales. Y efectivamente se convierte en uno. Entre 1998 y 2006 hizo algunas de las películas más tontas posibles en busca de un gran éxito como héroe de acción. La película de esta etapa que hay que ver es Operación Reno, una película preciosa de John Frankenheimer, aunque sea una excepción. Para entenderlo de verdad, hay que bajar a ver Gigli, traducida por nosotros como Una relación peligrosa con Jennifer López (con la que salía en ese momento) o Daredevil con Jennifer Garner (que se convertiría en su mujer y por la que tendría tres hijos), la peor de una larga lista. Sin embargo, tiene mucho ojo… y cabeza. Es mucho más inteligente y avispado que las películas que hace, y en 2004 se proclamó campeón de póquer del estado de California y se clasificó así para el World Poker Tour. Ahí lo dejo. Pero Hollywood quiere que sea grande y tonto, y cuando no consigue el tipo de éxito gigantesco que exigen las superproducciones, el tipo de éxito de Tom Cruise, tiene la suficiente lucidez para entender que tiene que cambiar.

ben affleck actor incomprendido, hombre problemático, cineasta excepcional

WARNER BROS.

Es el mejor momento de una historia de renacimiento a costa de una imagen de belleza barata que ha arraigado enseguida y bien en la opinión pública. Y en el centro de todo ello está Una relación peligrosa. Esa película es una masacre, más que cualquier otra película mala que haya hecho esa comedia sentimental se convierte en un hito, se burla y se pone en la picota. También Jennifer López termina la parte ascendente de su carrera como actriz con esa película, pero para Ben Affleck es una toma de conciencia. La masacre le situó en el punto más bajo de una carrera de guapo que nunca fue hacia donde parecía dirigirse y le obligó a volver al cine más serio (tres años después ganó la Coppa Volpi de Venecia en 2006 con Hollywoodland, que todo el mundo consideró un error) y luego a escribir e intentar dirigir películas. De hecho, le obligó a volver a ser cineasta, como había empezado. Adiós pequeña, adiós, es la película de esta etapa que hay que ver, su debut con su hermano Casey como protagonista, increíble teniendo en cuenta que es un debut. Una historia de niños desaparecidos y una pareja de detectives con mono, seca, rodada con una esencialidad ejemplar y muy seria, parece la película de un maestro experimentado. Una revelación. La siguiente película, Ciudad de ladrones es cine de cabecera, y la tercera, Argo, ganó los Oscar de 2012.

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WARNER BROS.

Es una inversión total de la carrera de Affleck, aunque sería una continuación directa de cómo empezó realmente, cuando ya no persigue el éxito gigante, hace películas con Terrence Malick y elige en cambio otras más comerciales (que nunca se niegan cuando llegan). Así que incluso acaba siendo elegido como Batman (y es un perfecto Bruce Wayne, quizás el mejor jamás visto en pantalla) para la serie de películas supervisadas y dirigidas por Zack Snyder. El mismo que, a mediados de los 90, cuando perseguía esos papeles, iba a ser Superman en la versión que Kevin Smith nunca hizo (y que de nuevo hubiera sido perfecta). La película que hay que ver de esta fase de renacimiento y ascenso esAdiós pequeña, adiós, que se sostiene por sí misma.

Sólo la carrera de Affleck parece estar condenada a un potencial no realizado y en cuanto algo va bien vuelven a aparecer los demonios, los problemas de relación con las mujeres (la lista es increíble y presume de nombres y cuerpos locos) y sobre todo el alcohol, un problema no menor. Cuando todo se torció, en 2001, acabó en rehabilitación, tenía sólo 30 años. Y de nuevo los demonios del alcohol volvieron más recientemente, arruinando esta fase de su ascenso. Su cuarta película (Vivir de noche) fue pésima y el alcohol le impidió dirigir la nueva película de Batman (habría sido una consagración si la hubiera rodado en su mejor momento) obligándole a otro reinicio. Una vez más estuvo en rehabilitación, esta vez con casi 50 años, y una vez más hizo peliculitas como Su último deseo, además de un cuerpo abultado e hinchado que delataba su estado.

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WARNER BROS.

Ahora vuelve a estar en racha, vuelve con Jennifer López (después de haber estado con Ana de Armas) y la película a tener en cuenta de esta última etapa es, sin duda, El camino de regreso, en la que sigue teniendo un cuerpo estragado por el exceso de alcohol, pero que es perfecta porque la utiliza para una historia excepcional que parece suya, aunque interprete a un ex campeón de baloncesto que se recicla como entrenador. Precioso. Va a volver a ser Batman en The Flash, pero por última vez, y mientras tanto empieza a dar lo mejor de sí mismo otra vez. Los que hayan visto El último duelo de Ridley Scott (no muchos, objetivamente) se habrán dado cuenta de que vuelve a estar en forma, junto a su amigo de toda la vida Matt Damon (realmente crecieron juntos, a una manzana de distancia), su personaje con el pelo teñido es el mejor de la película, el más vital. Y ahora, con un papel coprotagonista en El bar de las grandes esperanzas, de George Clooney (en Amazon Prime Video), prácticamente sostiene toda la película él solo (¡y ha perdido peso!). Además, hay un par de películas para dirigir y protagonizar que, si despegan y se hacen, pueden ser muy prometedoras: una es una película bélica escrita por Nic Pizzolatto (de True Detective), la otra es un remake del clásico (y precioso) Testigo de cargo. Eso, si es que lo consiguen.

Vía: Esquire IT

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