in

Disney+ y Netflix serán los Facebook del streaming

Ser adictivo ahora es clave para el negocio

Disney+ atrajo más de 14,4 millones nuevos suscriptores en el último trimestre. La cifra, muy por encima de las expectativas de los analistas, marca un hito: la oferta conjunta de contenidos en streaming de Disney ya cuenta con más suscriptores que Netflix.

Pero estos magníficos resultados no despejan la principal duda de los inversores: ¿Llegará a ser Disney+ rentable? Porque, aunque pueda parecer sorprendente, el servicio donde se pueden ver las películas de franquicias tan populares como Marvel o Star Wars es un agujero en el bolsillo para Disney.

Entre Disney+, Hulu y ESPN+ Disney ha perdido 1.100 millones de dólares en el último trimestre, pese a ingresar bastante más dinero gracias a esos 15 millones de suscriptores extra. ¿Cómo es posible? El coste de los contenidos y su producción es cada vez más alto. Disney ya sabía que la transición de la TV tradicional a su propia plataforma de streaming iba a ser costosa, y anunció que Disney+ comenzaría a ser rentable por sí mismo a partir de 2024.

Y cada vez parece más difícil llegar a la rentabilidad si la mayoría de nuevos suscriptores provienen de India, donde ofreces los partidos de cricket, el deporte nacional, pero Viacom18 se hace con los derechos para la temporada que viene. Por si fuera poco, en Estados Unidos y Canada, Disney ha recibido un 5% menos de ingresos medios por consumidor gracias a que estos se están decantando por ofertas de contenidos más amplias. Menos ingresos, menos suscriptores potenciales y costes que no paran de incrementarse. ¿Cómo lograr la rentabilidad? Recurriendo a la publicidad, que fue el gran anuncio en la presentación de los resultados trimestrales.

La treta de Disney con el precio

Disney dice que este nuevo plan de suscripción con publicidad es una forma de flexibilizar su oferta para que se adapte mejor a su diversa cartera de clientes. En realidad, lo que quiere la compañía es ganar unos dólares extra por cada consumidor para poder hacer rentable el negocio a largo plazo.

El plan básico en EE. UU., cuyo coste era de 7,99 dólares al mes, ahora incluirá publicidad, y los suscriptores que quieran prescindir de ella tendrán que abonar 3 dólares adicionales. Es decir, el precio de Disney+ sube un 40%, pero no directamente. Lo que ante se ofrecía por 7,99, ahora cuesta 10,99. Y quien no quiera aceptar esa subida, tendrá la opción de seguir pagando lo mismo, pero sacrificar su experiencia con anuncios que, obviamente, no podrá saltar.

Netflix anunció una estrategia idéntica en cuanto su crecimiento comenzó a desacelerarse. El número de usuarios interesado es limitado, pero los inversores quieren, obviamente, ver crecer los ingresos y ganancias de la empresa a la que han confiado su dinero. Para poder hacerlo hay que subir todavía más el precio de la suscripción, o recurrir a la publicidad, como se ha hecho siempre en la televisión tradicional.

Cuando salió Netflix, todos los consumidores quedaron cautivados con la propuesta: por 10 euros al mes obtenían acceso a un enorme catálogo de series y películas que se reproducen dónde y cuándo ellos quisieran, sin anuncios y a través de una aplicación fantástica. Era un salto cualitativo evidente, y que atrajo a millones de abonados y cuantiosas inversiones.

Claro está, muchas compañías quisieron entrar en este suculento negocio, y los derechos por los contenidos que se ofrecían subieron sustancialmente. Cada productora comenzó a lanzar sus servicios y ofertas, y Netflix tuvo que recurrir a una ambiciosa estrategia de contenidos originales para posicionar su servicio como un imprescindible para luego subir el precio. Pero hay un límite, y Netflix ya lo está rozando o rebasando, como indican sus últimos resultados trimestrales. La última alternativa son los anuncios para aumentar, aunque sea un dólar o dos extra, los ingresos que se obtienen de media por cada suscriptor.

Depender de la publicidad causará otro tipo de problemas

Si Disney+ comienza a depender de la publicidad, aunque sea parcialmente, se meterá en el tipo de problemas que afrontan ahora mismo Google o Facebook. Instagram introdujo los vídeos cortos no con el objetivo de ofrecer una experiencia más enriquecedora a los usuarios, sino con el propósito de aumentar el tiempo que estos pasan enganchados deslizando dentro de la aplicación.

De esta forma se aumenta el tiempo que pasan viendo publicidad. En el caso de Netflix o Disney, el enfoque ya no será solo que el abonado pague todos los meses, sino que pase el mayor tiempo posible dentro de la aplicación. A más tiempo, más ingresos. Y sí, una buena serie o película puede mantener enganchados a los telespectadores, pero en la TV tradicional se recurre a realities o programas del corazón para lograr ese propósito. Seguramente, estos servicios de streaming acaben recurriendo a contenidos similares. Tal vez, se explote una modalidad en directo como ya se barajó, y que tendría todavía más sentido si parte de los ingresos van a provenir de la publicidad.

Una de las ventajas para los anunciantes es que, en Internet, puedes dirigir publicidad según tus patrones de uso a diferencia de la TV tradicional. Si el usuario acaba de ver un programa de cocina, Netflix podría mostrarle un anuncio de cuchillos en lugar de uno de cremas faciales. El problema es que en Europa estas prácticas comenzarán a estar perseguidas en 2024 con la entrada en vigor de las nuevas normativa digital para las grandes tecnológicas. En un futuro no muy lejano, puede que lo peor de la web y lo peor de la TV se unan en servicios como Disney+ o Netflix.

Fuente: Hipertextual.com

La Casa del Dragón – HBO

Netflix lanza un capítulo extra de Sandman por sorpresa